Desde la Concejalía de Igualdad del Ayuntamiento de Soria nos hemos decidido a lanzar esta campaña con la finalidad de ayudar a los hombres a darse cuenta de la importancia de su implicación en la construcción de un mundo más justo para las mujeres.
El día a día, la cotidianidad, es el lugar en donde se manifiesta el machismo más sutil, el que todos practicamos y en donde tenemos que poner el foco los hombres aunque no nos pensemos machistas a priori.
Desde que nacemos, a los hombres se nos otorgan una serie de ventajas sobre las mujeres, ventajas que vamos a disfrutar desde bien pequeños y que vamos a ir normalizando en nuestro inconsciente hasta vivirlas como derechos.
Desde pequeños hemos visto cómo quienes más nos han cuidado han sido mujeres, hemos visto como a ellas se las ha representado como objetos sexuales y a nosotros no, hemos vivido cómo se nos ha permitido hacer más cosas que ellas.
El incorporar esas ventajas como derechos nos va a influir directamente en la manera en que nos relacionamos con las mujeres, no sólo en la infancia y la adolescencia sino a lo largo de toda nuestra vida.
El aprendizaje puede ser consciente o inconsciente. El aprendizaje consciente se da cuando yo estudio algo y el aprendizaje inconsciente se incorpora a través de las experiencias que tenemos.
De esas experiencias generamos una serie de creencias acerca de nosotros mismos y de las mujeres que nos llevan a desarrollar distintas formas de relación con unos y con otras.
Dado que la sociedad y la cultura en la que nos hemos criado es profundamente machista desarrollamos una forma de relacionarnos con las mujeres que implica desigualdad.
El proceso de cambio más común en los hombres suele tener dos momentos claves.
El primero es cuando damos cuenta de la desigualdad estructural, es decir, cuando reconocemos que habitamos una sociedad que coloca a las mujeres por debajo y a los hombres por arriba (brecha salarial, violencia de género, explotación sexual, espacios de poder copados por hombres, etc.).
El segundo momento y más importante para lo que nos ocupa es darnos cuenta que el machismo no sólo está en el afuera y en los demás, en “los otros” (el violador, el golpeador, el asesino, etc.), sino que todos tenemos algo de ello aunque se manifieste de formas mucho más sutiles.
Generalmente cuando nos sensibilizamos con la injusta situación que viven las mujeres por el hecho de serlo empezamos a posicionarnos de palabra del lado de la igualdad.
En algunos casos participamos en concentraciones de condena o repulsa de crímenes machistas. Esto está bien, pero nos olvidamos de lo más importante, que es interrogarnos acerca de lo que podemos mejorar en las relaciones con ellas.
Por eso consideramos que es imprescindible que los hombres nos juntemos para cuestionarnos, para reflexionar de manera autocrítica y cambiar algunas prácticas y actitudes que tenemos hacia ellas en el cotidiano.
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