¿Agusto en Agosto? Más miedo a engordar que al j**** virus
Estamos en agosto, un agosto pandémico y raruno, pero podríamos estar agusto, comernos un heladito en la calle Madrid, tumbarnos en bañador en el parque de los lagos...en fin, podríamos estar con nuestro cuerpo disfrutón y libre pero NOOO…¡ahí sigue la operación bikini, la presión y censura a nuestros cuerpos dándolo todo...!
Mmm, a ver… estamos en agosto, vale sí, un agosto pandémico y raruno, pero podíamos estar agusto , comernos un heladito en la calle Madrid, tumbarnos en bañador en el parque de los lagos…incluso en la rivera del manzanares en Perales del río ¡bueno, con cuidadin que hay plaga de mosquitos!...en fin, podiamos estar con nuestro cuerpo disfrutón y libre pero NOOO…ahí sigue la operación bikini, la presión y censura a nuestros cuerpos dándolo todo...
Estas semanas pasadas “confinadas y confitadas” nos llegaron a nuestras redes dos mensajes de getafenses para reflexionar sobre la gordofobia en modo pandémico:
“Estaba yo esta cuarentena con el runrún, me decía «salgo a aplaudir cada día, tengo mi Insta y mi Tik Tok cumpliendo los últimos retos virales, lo doy todo en las partidas online del Fortnite, en el House Party, he hecho el dichoso arcoíris para la ventana y hasta un bizcocho como los de mi abuela…en fin, que he hecho todo lo que se espera para ser cuarentener nivel premium, pero algo me faltaba… Me despertaba por las noches «¿¡Qué estoy haciendo mal!? ¿¡Qué me falta!?». Y llegó la iluminación ¡Deporte, joer, deporte! Todo el mundo haciendo tablas de ejercicios, clases de yoga, bici estática, como si no hubiera un mañana…¡¡y yo solo había practicado sofaning. Y en cuantito empezaron a dejar salir, venga al gym, a correr, a nadar…a lo que sea para la puesta a punto de la operación bikini”.
(María, getafeña del barrio del sector 3)
“Tengo que deciros algo con todo mi cariño, con amplia sonrisa y caída de ojos incluidas: La próxima mierda gordofóbica que lea o escuche de quien sea que tenga en mis redes sociales sobre que vais a salir rodando de la cuarentena, que no vais a caber por la puerta, que publiquéis imágenes de Botero o cualquier otra basura hiriente e insultante para las que somos GORDAS (porque además de gordofóbicos, vuestros vómitos son misóginos), os mandaré a la mierda antes de eliminaros. Paz, amor y besis”
(Luci, getafeña de las Margaritas)
Reconozcámoslo, quién no se ha preocupado durante la cuarentena y después por no estar frenando, o incluso no evitar llegar al pico, de “su curva corporal”. El encierro evidenció una lógica: a menos movimiento, más kilos.
«El confinamiento exige un sacrificio extra: comer menos«, recomiendaba la endocrinóloga Clotilde Vázquez, quien adviertía que «el miedo también engorda». Disminuimos la actividad física y atracamos la nevera con más frecuencia, pero también la ansiedad y el miedo a una situación nunca antes vivida hace que nuestro cuerpo reaccione: «Que nadie se extrañe si tiene más hambre. El miedo hace almacenar grasa. Se movilizan una complejidad de hormonas y neurotransmisores que nos hace almacenar más, tener reservas y escoger productos más calóricos como chocolate, embutido, queso…”.
Y sí, está bien tranquilizarnos pensando que la media maratón a la que equivalen nuestros 200 paseos ida y vuelta a la nevera durante el confinamiento, tienen justificación en un mecanismo ancestral del ser humano que hace millones de años nos preparaba para épocas sin casi alimentos. Que además sólo queremos Nocilla y al pobre brócoli ni lo miramos. Que es normal, según los estudios, un engorde de media de 4 kilos sobre nuestro peso anterior en la era a.c (antes de covid19). Pero el miedo gordofóbico se ha activado a tope durante la cuarentena y ahora en el post-confinamiento.
¿Cómo podemos encontrar un equilibrio?
En Instagram, durante el confinamiento, o eras supersana hasta llegar a la obsesión o eras de las que se ha dado compulsivamente a la repostería y ha hecho hasta pan. Parece no haber término medio.
Hay un popurrí de mensajes de todo tipo durante el confinamiento:
- Joer, hoy me ha dicho mi vecina desde el balcón que me “fuese probando los vaqueros” porque “los pijamas son muy traicioneros”…¡que bajona!
- Uff, a mi toda esta gente haciendo deporte sin parar y siendo productiva 24/7 me activa mi parte neurodivergente y vaga ¡y me tiene harta!
- Pues yo, como gorda que soy, paso de esos memes y ojalá haya más lorzas en bikini este verano y así menos complejos y tonterías.
Y sí, estamos en agosto y este verano puede que haya más lorzas…y también toca pensar que a lo mejor la idea hegemónica de salud que tenemos es errónea porque sigue imperando una cultura de la dieta, el fitness, la delgadez… que hace que ni nos demos cuenta de a cuánto renunciamos al dedicar tanto tiempo y energía a cumplir unos mandatos de belleza, de perfección imposibles y absurdos.
“A saber cuánto talento y cuántas ideas están hoy atrapadas en la cabeza de alguien que está entretenido registrando sus comidas diarias en Myfitnesspal” comenta una antigua víctima de trastorno de alimentación. “Este modelo de ideal de belleza requiere un esfuerzo que implica un estrés para el organismo y una merma en la energía que queda para lo demás”.
Menos dieta, más autocuidado. Más salud, menos imposición social. Mas flexibilidad, menos obsesión.
A lo mejor esa es la clave.
¿Y si empezamos a llenar las redes de mensajes que fomenten una relación más positiva con el propio cuerpo? ¿Y si mostramos cuerpos más diversos? ¿Animamos a aceptar nuestros cuerpos y la grasa que hay en ellos como algo normal?
Dejemos de preocuparnos por encajar en un falso perfeccionismo que ni nuestro cuerpo, ni nuestra salud, están diseñados para cumplir ¡¡y mucho menos en tiempos pandémicos!!
¿Nos rebelamos contra la gordofobía?