Hasta los michelines de... Gordofobia
Hace unas semanas se hizo viral en Twitter el hilo sobre las «cosas de gordas en las que nunca habías pensado”... un listado con más de 400 situaciones a las que se enfrentan a diario muchas personas con sobrepeso y que de repente tiene miles de retuit. Como ella misma dice, la autora, Blanca R Bandarrita, hace tan solo unos días, ella solo era una gorda más en un mundo que siempre le fue hostil, pero ahora, gracias a ese tuit, se ha convertido en una especie de superheroína para el resto, para que los kilos pesen menos para aprender, tengamos la talla que tengamos, y quitarnos tanta tontería...
Y es que el gordactivismo o activismo corporal se ha puesto en marcha…ese activismo contra una sociedad que humilla y maltrata en función del peso. De hecho justo hace poco una serie de Netflix, ‘Insaciable’, también ha sido acusada de avergonzar a personas con sobrepeso y la gran polémica en las redes e incluso más de 100.000 firmas en Change.org han hecho que se cancelase. Cuenta la historia de Patty, adolescente con sobrepeso que sufre bullying y que durante una pelea recibe un puñetazo en la cara y pasa el verano sin poder abrir la mandíbula, por lo que adelgaza y vuelve a clase para vengarse.
Las críticas han volado:
«(…) ¿una adolescente deja de comer y pierde peso y luego, cuando ya es ‘convencionalmente atractiva’, se venga de sus compañeros de clase? Esto les dice a los niños que adelgacen para ‘ganar’. Avergüenza de manera inherente a las personas con sobrepeso”… «Representar a una persona gorda (…) que pierde peso en contra de su voluntad y que se vuelve respetada y popular es perjudicial e irresponsable”…”Las mujeres gordas pueden ser deseables, sexys, populares en la escuela. Podemos tener carreras y familias increíbles. Merecemos que se cuenten estas historias»…
También de Netflix, pero aquí en España, tenemos el activismo del actor de la serie Paquita Salas, Brays Efe se quejaba hace poquito en su discurso en los Premios Feroz que “los actores gordos solo reciben ofertas para interpretar a gordos, como si no hubiera otra cosa que los definiera”.
Salirse de la norma es un pecado mortal. Tener un aspecto distinto, que tu cuerpo no se parezca al del resto, incomoda a la mayoría, que no duda en señalarte. Ser gordo en un mundo de flacos es una pesadilla (y ser gorda todavía más).
Para conocer el estado de la cuestión basta con teclear en Google «chistes sobre gordos», hacer clic y esperar el resultado: 19,1 millones de entradas en castellano y 118 millones si se hace en inglés (jokes about fat). También las películas y series de éxito están llenas de tics gordofóbicos. Y lo mismo ocurre con el lenguaje popular: “Solo hay que fijarse en la expresión ‘esta persona me cae gorda».
Hace unos años, la Universidad de la Sorbona (París) desveló al diario The New York Times los resultados de un estudio, según el cual un hombre gordo tiene tres veces menos de probabilidades de encontrar empleo que otro con su mismo currículo que esté en su peso.
Hablar de gordofobia es hacerlo de una sociedad que humilla, invisibiliza, maltrata, ridiculiza, excluye y violenta a un grupo de personas por el hecho de tener una determinada característica física: la gordura (y no, no siempre estamos hablando de salud).
Magdalena Piñeyro hablando con otras personas gordas vio que todas compartían los mismos sentimientos de dolor, un dolor silenciado, una carga de culpa y creó la plataforma Stop Gordofobia como una herramienta con la que buscar y unir a personas gordas y tomar conciencia de una discriminación tan extendida como poco denunciada. La iniciativa creció inmediatamente y hoy cuenta con 75.000 seguidores en Facebook.
Piñeyro cuenta cómo estuvo casi 30 años callada, habitando su cuerpo “llena de dolor” muchos años con el pensamiento recurrente antes de ir a dormir sobre qué iba hacer al despertar para adelgazar. Un pensamiento constante basado “en el deseo de ser otra, la posibilidad de habitar otro cuerpo”. Sintiéndose culpable de que la discriminaran y “responsable” de tener que cambiar.
La sociedad gordófoba actúa en todas partes: en casa, en la calle, en el médico, en el insti, en el cole, en el trabajo, en las tiendas de ropa con “tallas especiales”, en las películas donde los personajes gordos son los “chistosos, ridículos, torpes” y nunca protagonistas de una historia de amor...
Un mensaje general en el que se vincula la gordura con fealdad, con algo que no debería existir. Una sociedad, que considera que las personas están gordas en vez de entender que son gordas. Se las somete así, dice Piñeyro, “a vivir en un tránsito permanente ¡ya serás otra cuando hagas dieta!, lo que imposibilita asumir la propia identidad”. Es decir, como su cuerpo no se ajusta al estándar delgado durante años fue incapaz de sentirlo como algo válido y digno de afecto. Le costó identificar que el odio que sentía dentro era un odio sembrado desde fuera, un odio que la invadía y la destrozaba: “porque es difícil amarse en un mundo que te odia (…). Es difícil ver belleza donde todo el mundo dice que hay fealdad”.
Los gritos que lanza este gordactivismo o activismo corporal buscan un mensaje de liberación para las personas gordas, y la para que la sociedad entienda unas cuantas cosas: Sí, somos gordas y no es ningún insulto.
Se habla de unirse en una “alianza gorda”, de no esconder el cuerpo y ser conscientes de que vivimos en un ambiente obesogénico que, paradójicamente, glorifica la delgadez. Testimonios de getafenses gordoactivistas:
“Yo no quiero llegar al final de mi vida abrazada al deseo de haber sido otra”
Hay que dejar de dar tanta importancia a lo que marca la raya de la báscula cuando se desplaza hacia la derecha y pensar más en términos de salud, de felicidad, de respeto, de aceptarnos, de pasar de patrones estéticos impuestos.
Ojalá hubiera tenido auge este activismo contra la gordofobia y las curvas cuando mi yo de los 14 metía barriga en la piscina al pasar delante de la gente.
¡Qué suerte saber que a partir de ahora, gracias al gordactivismo, al activismo corporal habrá generaciones de jóvenes que salgan al mundo sin odiar sus cuerpos!
CONCLUSIÓN: “Gord@ no es un insulto”. Recordatorio por si todavía no te has caído del guindo y lo sigues usando como si lo fuera.
¿Qué, te rebelas y te haces gordoactivista?